DE PULOWI PARA SILVIA ALEXIS BLANCO.
DE PULOWI PARA SILVIA ALEXIS BLANCO.
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DE PULOWI PARA SILVIA…
Alexis Blanco
► Juyá, el príncipe de toda esta lluvia que ahora me llueve, entra en mis desvelos y asombros con mágica parsimonia. Con su trompa guajira sonando como viento en celo, revisa mis libros de teatro y también se mira en el espejo iluminado. Sonríe, el hombre de la diosa Pulowi. Siempre musicando escurre su voz de burbuja y me cuenta: “Ella tiene una encomienda para vos. Ella quiere que escribás, en su nombre, una carta para la maestra de danza, Silvia Martínez. Que tejás una pieza, desde tu corazón, y que luego la solteís al mundo por las redes de su nueva tela de araña. Pulowi reina en vos y confía en que sabrás entretejer una mirada suya de “De lo que somos”. Pero también yo quiero dedicar a ambas un poema. Dice:
Pulowi, lo sagrado, lo sobrenatural bendijo la creación
Pulowi es una mujer bella,
Pulowi es amiga de la lluvia,
El relámpago le tiene miedo.
Pulowi es la dama que camina
En forma de media luna
Pulowi descompone la lancha
De los pescadores mar adentro.
Pulowi tiene su casa
Detrás del cerro en una piedra
Pulowi es culebra de ocho cabezas,
Es ojo con cara de persona. ..”
Luego, Juya desapareció. Y ahora sólo pienso en cumplir con La Promesa.
DE LO QUE SOMOS
Bienamada maestra Silvia Martínez:
Anoche me sentí invocada por vos en el escenario del teatro donde Mali Mai y los Montiel me honran con su telón de hilos infinitos. Anduve instalada en el corazón de este siervo con cuyas manos terminé aplaudiendo con furor la ceremonia oficiada por vos y esos ocho maravillosos ángeles que escogiste para conversar con la gente acerca de la comunión. Disculpame un poco la escritura de mi perro blanco, siempre en volandas con sus palabrujas de humo y neblina. Hay que tenerle paciencia. Dejemos, pues, que él escriba lo que, desde mi corazón de laberinto, te quiero decir, maestra fundadora de Tentempié Danza Teatro….
Anoche rondó por el Bellas Artes el ánima de Talía, deidad del teatro. Y es que a la novia de Apolo, hija de Zeus y Mnemósine, le fascina danzar y mucho más, actuar. Por eso, cuando ingresamos a la sala, sonrió, cómplice, cuando se deslizó entre la tela de araña dispuesta sobre las primeras butacas. En el proscenio, un regio actor llamado Exio Carrasquero (quien también es el co-director), transformaba su rostro en metáfora concisa del argumento de la obra: la (des-in)comunicación. Su máscara lloraba.
Previo a la liturgia escénica, la maestra Martha Calderón, asistente de lujo en el proyecto, junto con Marcos Meza Pineda (De lo que somos es una coproducción del TEA y Tentempié) concretaba el argumento del espectáculo Delo que somos: “Las múltiples razones que imposibilitan a un sujeto mirar al "otro" es el punto de partida para esta propuesta escénica. El "no ver" dificulta la posibilidad de experimentar empatía; nos va condenando a vivir sin con-vivir en una sociedad llena de multitudes impedidas para establecer relaciones diálogos; sociedades zombies de ojos muertos... “. Nada personal.
Bienamada Silvia: todos amamos tus hermosas marionetas: Camila Ríos, Exio Carrasquero, Franco González, María José Pineda, Neiro Pirela, Nurielcy Guerrero, Paola Morales y Ronald Millán vertieron sobre el escenario su alma hecha cuerpo, en este acto de profundo amor que ahora me regocija haber presenciado, sustentado en la excepcional, por delirante y bien concretada, música de tu partenaire de vida marital, don Enrique Rincón Canaán, a quien recién he saludado, entre magas y duendes, en la avenida quinta de la ciudad de Nueva York.
Digo marioneta y Juyá me llueve googleados apuntes del maestro Vsévolod, el Meyerhold, quien decía: El movimiento está subordinado a las leyes de la forma artística. En una representación, es el medio más poderoso. El papel del movimiento escénico es más importante que cualquiera de los otros elementos teatrales. Privado de palabra, de vestuario, de candilejas, de bambalinas y del edificio, el teatro, con el actor y su arte de movimientos, los gestos y las interpretaciones fisionómicas del actor son quienes informan al espectador sobre sus pensamientos y sus impulsos; el actor puede transformar en teatro cualquier tablado, no importa dónde ni cómo, absteniéndose de los servicios de un constructor y confiando en su propia habilidad…”. Vos misma lo refrendais, cuando afirmais: “Antes que actor o bailarín, soy un cuerpo que expresa”. Estamos de acuerdo.
Ocho es el número infinito y este octeto de artistas hasta allá apuntan, con sus destrezas y dones. Tuve la fortuna de verlos, de sentirlos, de palparlos con la mirada, en privilegiado lugar: desde sus corazones. María José, Camila, Paola, Nurielcy, Exio, Ronald, Franco y Neiro, comprenden y asumen sus propios registros, saben de sus aciertos y de sus falencias, asuntos de El Duende (García Lorca), pero en la ciudad de Maracaibo existe el convencimiento pleno de que, a sus 23 años de edad promedio, ellos representan en óptima medida la nueva generación de actores profesionales de una ciudad que ellos poetizan con sus andares y sacrificios. Los dioses siempre agradecen estos testimonios afectuosos, por humanos (Nietzsche), por lúdicos ( Abramovic), por inteligentes (Grotowski), por promisorios (Cabrujas). Porque el teatro es pleno asunto de dioses…
El Mensaje del Día Mundial del Teatro,escrito por Krzystof Warlikowski alimenta estos criterios: Ya no tenemos la fuerza para tratar de vislumbrar lo que hay más allá de la puerta, detrás de la pared. Y es por eso exactamente por qué el teatro debe existir y donde debe buscar su fuerza. Para mirar dentro buscamos lo que está prohibido. "La leyenda trata de explicar lo que no se puede explicar. Debido a que se basa en la verdad, que debe terminar en lo inexplicable", así es cómo Kafka describe la transformación de la leyenda de Prometeo. Estoy convencido de que las mismas palabras deben describir el teatro. Y es esa clase de teatro, el que se basa en la verdad y que encuentra su fin en lo inexplicable es lo que deseo para todos sus trabajadores, los del escenario y los de la audiencia, lo deseo con todo mi corazón.”.
Con De lo que somos, la audiencia disfrutó de un grandioso lujo estético, algo muy poco usual en estos días de conflagración y de caos. Rodeado por semiotas exégetas de la talla de Zulema Moret, Víctor Fuenmayor y Enrique Romero, en medio de un círculo de amor generado por las familias Ríos Camba y García Arcaya, el espectador que me representaba tuvo la fortuna de admirar aquel comienzo de De lo que somos (Manuel Puig, desventurado, susurra al oído de una araña: “Maldición eterna a quien no vaya a ver la próxima función!”), donde los ocho intérpretes, dispuestos en círculo de ofrenda, rinden tributo a la deidad María José en altísimos coturnos. Son los mismos alucinados que luego danzarán como desquiciados hijos de Aracné, vociferando alusiones de la contemporaneidad: “Hay que saber venderse”, agita Paola cuando culmina la escena.
Camila Ríos comienza a ascender a los cielos en un arnés, cantando con voz celestial un conmovedor tema de amor por la vida, y mientras se eleva, va dejando una estela verde que pronto, sabiamente iluminada por el talentoso Oscar Molina (la iluminación es otra fortaleza de esta obra), permitirá al espectador dimensionarse a sí mismo como humildísimo bichito terrestre. La metáfora permitió avizorar a la audiencia más conspicua, la trascendencia del evento que, sobre los árboles, organiza el mismo CBA de Adriana Vera para el próximo primero de diciembre. Los árboles resultan indispensables para entender todos los significados de la vida, verbo y gracia, del teatro.
Jean Cocteau escribió, en 1964, “Es la misma naturaleza del teatro lo que le obliga a engendrar su propia paradoja”. Intuimos que esto andan estos chicos que vos tutoreais, maestra Silvia. Algunos de ellos portan con orgullo las insignias heteróclitas de la nunca bien ponderada Feda. Nuestra añorada, alentada y respaldada Feda, donde día a día se cuecen las habas para esta redescubierta sopa llamada arte y ciencia. Durante 18 meses se ha macerado este producto estético llamado De lo que somos. Con ello, el orgullo y la gracia de ser creadores se uniforma en nuestros ocho artistas, quienes tripean hasta el delirio esa parte definitiva, donde son como monigotes aprendiendo a bailar esa mezcla de swing con ragtime, twist, rockandroll y otras esencias sonoras similares, donde queda patentado el humor, homo ludens, como un factor cósmico para la hidratación cósmica del espíritu.
Una escena definitiva, que comienza con unas parejas que pelean, copulan, comparten, se separan, bis a la coyunda, bis al desespero, bis a la pasión y al delirio y a esta cosa tan multiorgásmica y fecunda como es la vida entretejida con el Otro. Otredad instigadora de simultáneas bendiciones y maldiciones, en un efecto sublime y perverso a la vez, que mejor será que Adriana convoque a un seminario sobre los Fragmentos de un discurso amoroso, de Roland Barthes, por su centenario. Así con los amores, Silvia, entre Juyá y yo, entre vos y Enrique, o entre Enzo y Alexandra. Así son los amores y peor aún, los desamores, pero, parafraseando al gran portugués, Fernando Pessoa, “Pero, al fin y al cabo,/ sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor/ sí que son ridículas”.
En 2011, desde Uganda, Jessica A. Kaahwa emitió este Mensaje Mundial del Teatro: “El teatro impregna sutilmente el alma humana presa del miedo y la desconfianza, alterando su propia imagen y abriendo un mundo de alternativas para el individuo y, por tanto, para la comunidad. Puede aportar significado a la realidad diaria mientras previene un futuro incierto. Puede participar en temáticas de política social de forma sencilla y directa. Al ser integrador, el teatro puede presentar experiencias capaces de transcender las ideas erróneas preconcebidas. Además, el teatro es un medio probado de progreso y defensa de las ideas, que mantenemos y por las que estamos dispuestos a luchar cuando no se respetan, de forma colectiva. Para anticipar un futuro de paz, debemos comenzar usando medios pacíficos que busquen comprender, respetar y reconocer las aportaciones de cada ser humano en la tarea de esta búsqueda de la paz. El teatro es ese lenguaje universal a través del cual podemos promover mensajes de paz y reconciliación.”.Y De lo que somos, creo, trata de esto.
Hoy, Día de Santa Cecilia, patrona de la música, amanecí convertida en heterónima de Alexis, El Chamo, porque tanto él, como yo, Pulowi, como todos los demás ciudadanos, necesitamos como jamás de estos elíxires benditos con los que anoche brindamos los perplejos y agradecidos teatronautas de esta misa en escena. Con esos mismos ojos que realizara el mago Javier Rondón para tu Octeto, hoy te contemplamos, con infinita terneza, diciéndote, ¡Gracias!, hermana, a vos y a cada uno de los maravillosos ángeles que te acompañan en están insondable aventura del gesto de lucir. Dios bendiga a todos. Dios bendiga (contra Puig) a todos los que correrán a ver la próxima función De lo que somos…
¡Salud, bienamada..!
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